José Paz

Como si se tratase de otro producto, como si tuviera otra utilidad, algunas zapatillas cuestan hasta diez veces más que otras. Y hasta se confeccionan calzados que imitan aquello que en las otras no calza, es decir, la marca.
A un número 42 se aferró, y no había manera de que las devolviera, y mucho menos que pudiera pagarla.
En vano trató de convencerlo el preceptor, fueron inútiles las palabras de la profesora de literatura. Tuvieron que mandar a buscar a su madre, y aún así, a duras penas lo convencieron de que devuelva las zapatillas.
Esto sucedió en un shopping center.
Una división del tercer ciclo de la EGB lo visitaba.
Subieron entusiasmados al micro que los llevó desde José Paz hasta el centro de compras.
Llegaron sabiendo que a lo sumo comprarían unos heladitos hechos con leche de soja, esos conitos de medio dólar que se derriten tan rápido como la ilusión al ver el precio de lo que gustó en la vidriera.
Después del incidente, algunos culparon al docente que organizó la excursión. Con ese criterio habría que prohibir la televisión, ese agente doméstico de la libertad de comprar o vender, o mejor dicho, la libertad de comprar o comprar.
El shopping, templo de dicroicas, catedral del consumo, lugar donde comprar es el rito y lo que calza no es la zapatilla, sino la marca, y donde no tenerla es quedar estigmatizado.
A un número 42 se aferró, y no había manera de que las devolviera, y mucho menos que pudiera pagarla.
Quizás ahora entiendo un poco más porqué, cuando un delincuente está armado, se dice "está calzado".

(c) EAG. Ronda de once + 1

1 comentario:

miguel dijo...

Como siempre, me quedo repasando frases. Saboreando sentimientos que no siempre son felices, pero siempre son fuertes.

Me encanta que te publiques.-

A ver si logro tener alguno en mis manos.

Beso.
m

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