S U R C O

Una lagartija estampó lo oscuro
así tu vértebra.

Sendero y jardín de estrellas
que nace donde gusto a fértil.

La sal olvidó el atardecer
en un hueco de la arena

La espuma se retira
dejando lunas molidas
maravillas en un ombligo
que vuelvo a lamer.

© 2006


Metáfora conocidísima, la cebolla. Llegar al corazón del corazón pelando y llorando.
“Surco” es el corazón de otro poema.
A veces también sentimos cebolla, sentimos con la necesidad de pelar y llorar. Pero no siempre se llega al corazón del corazón: llegar allí, donde lo que cubre es piel, donde se está en carne viva.
Cuando leo comparándolos, me asombro de lo que no sabía que dije cuando otra cosa escribí. Describiendo a “otro”, narré una de esas dos o tres cosas que nos conforma: el deseo, esa piel, esa carne viva.

Ad.

(para un amigo)

Tus pestañas lindas, las más lindas
arqueada como labios, como los tuyos
besos de cereza desgajada
en la mitad de tu rostro.

Orejas que se afilan hacia arriba
denso pelo negro, siete canas
siete minúsculos reflejos
de esa luna donde te mirás tanto
donde quizás te estés buscando.

Exacta proporción de astucia y mansedumbre.
Algo de malevo, apenas algo
que te quedó del vagar por los barrios.

Dos talles menos de manos,
los brazos largos y proporcional
al cuerpo crecido y aplomado
por su color, por ser maleable
al calor de otros cuerpos

Vientre y pies planos,
una mancha blanca y secreta
y una cicatriz desde los dos años.

La espalda dividida por las huellas
de una lagartija que surcó la noche
y se te ha hecho vértebra.
Sendero en un jardín nocturno
camino juguetón de piedras
que nace donde sabe a tierra fértil.

Del otro lado del pecho,
justo en el centro
un hueco hecho por mano niña
en el atardecer de una playa
donde la espuma se retira
dejando la fría sal
molida de las estrellas
maravilla amarga en tu piel
entre tanta noche.

Malevo tierno, una promesa
pondré las veces que quieras
entre tus almohadas, mi abrazo.

Malevo tierno, una palabra
nada se pierde en la vida
si en ella estamos sembrando.

Malevo tierno, una pregunta:
dónde te pega el amor
que te duele tanto.

2 comentarios:

Juane dijo...

si todas las cebollas fueran así valdría la pena el llanto amigo. Lástima que luego de haber pelado tanto no encontremos siempre tanta belleza como la que vos expresás-

miguel dijo...

...y las cebollas me gustan descascararlas de a poco.

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Almagro, Buenos Aires, Argentina