El
tiempo, a mi parecer, va de remiendo en remiendo.
Es
un hilo que corriendo quiere arrimarse al futuro.
Donde,
apoyado en un muro, el pasado está riendo.
Fernando
Cabrera.
Sorprendía la pared pelada, con apenas un marco que
sostenía una ficha con mala impresión. Las otras transitaban la normalidad de
un hogar. Un cuadro, un mueble, una repisa, un jarrón.
Sorprendía, además, que
fuera la primera pared que se veía al entrar.
Era grosero, pero uno caía en esa telaraña: preguntar el porqué.
Entonces María Taizé contaba que participó en un
concurso televisivo de preguntas y respuestas, que llegó hasta la final y ganó.
Y que con ese premio terminó de comprar su casa. No lo contaba con
entusiasmo, lo había perdido de tanto
repetir la historia. La última pregunta, la ganadora, era esa que quedó grabada
en la tarjeta del cuadrito.
Pobre María, atrapada por su minuto de fama, se veía
obligada a disculparse por ser propietaria y rendir tributo a su aparición
televisiva.
Hace años que no produzco casi ningún texto. Si se elige
mal, los laberintos de la creatividad te dejan en un callejón sin salida.
Perder el norte en la escritura es muy común para los que no tenemos estrella.
Pero tenía algunos sin publicar.
Algunos tienen como telón la masacre de Cromagnón,
en el 2004. Para aquella fecha yo viajaba mucho a Uruguay, y me rondaba una
poesía de Mario Benedetti:
Mientras
devano la memoria, forma un ovillo la nostalgia.
Si
la nostalgia desovillo, se irá ovillando la esperanza.
Siempre
el mismo hilo.
Le mostré los textos a Fabio y María Laura, y le
comenté los posibles nombres del libro. Ellos me ayudaron a elegir a la frase
del poeta como título.
Quién sabe por qué me volvieron las ganas de
publicar. Busqué los textos y, como me gusta decir, ahora los libro.
La respuesta es seguir el hilo, el hilo de Ariadna.